Moisés llegó a lo alto del monte y vivió un emocionante encuentro con Dios, donde le fue encomendada una difícil misión: Liberar al pueblo hebreo de la tiranía de Egipto, junto a su hermano Aarón.
Dios le pide a Moisés que se quite las sandalias porque el lugar que está pisando es tierra santa, se presenta ante él y le entrega la misión de volver a Egipto y liberar al pueblo hebreo para llevarlos a una tierra buena y amplia.
Después que conozcan su poder, los egipcios dejarán libres a los hebreos y les entregarán todos sus bienes, le asegura Dios a Moisés antes de entregarle la primera prueba que tendrá que usar para comprobar que él es el libertador.
Moisés toma conocimiento de la segunda prueba que demostrará que él es el enviado de Dios y si aún así, alguien lo pone en duda, tendrá que derramar un poco de agua del Nilo en tierra seca y ella se convertirá en sangre. Además, Dios le comunica a Moisés que será su hermano Aarón el encargado de ayudarlo en esta misión.
Moisés deberá encontrarse con Aarón en el desierto para cumplir juntos con la difícil misión. Además, si el Faraón de Egipto se niega a entregar libertad a los hebreos, Moisés debe decir las siguientes palabras: "Así me dijo el Señor... Israel es mi hijo, si te niegas a liberar a mi pueblo yo mataré a tu primogénito".