Mientras Moisés mantenía alejados a los egipcios de su pueblo con un gran tornado de fuego. Dios le dijo que extendiera su mano sobre el mar para realizar el mayor y más sorprendente de los milagros. Él hizo lo que le pidió y el mar comenzó a abrirse para que los hebreos pudieran pasar tranquilamente. Sin embargo, los egipcios no lograron salvarse ya que el agua volvió a su lugar.