Harry Evans, investigador del Centre for Agricultural Bioscience (CAB) International, identificó una nueva especie de hongo del género Gibellula que afecta a arañas de cuevas en Irlanda, alterando su comportamiento.
El hallazgo ocurrió en 2021, cuando un equipo de la BBC grababa un programa en Irlanda del Norte y encontró una araña infectada en un antiguo almacén de pólvora. Inicialmente, los expertos pensaron que se trataba de Gibellula pulchra, una especie previamente documentada, pero tras enviar muestras al Dr. Evans, este determinó que se trataba de un hongo diferente.
“Con base en evidencia morfológica y molecular, se confirmó que el hongo es una especie nueva”, explicó Evans, según informó Sci News. El estudio fue publicado en la revista Fungal Systematics and Evolution.
El hongo recibió el nombre de Gibellula attenboroughii, en honor a Sir David Attenborough, reconocido por su trabajo en documentales de historia natural en la BBC.
Con el apoyo de un espeleólogo local, Evans logró identificar a la araña afectada como Metellina merianae, una especie cavernícola. Además, descubrieron más ejemplares del hongo en distintas cuevas tanto de Irlanda del Norte como de la República de Irlanda, junto con otras arañas infectadas.
Un comportamiento similar al de Ophiocordyceps
Hasta ahora, se conocían 30 especies de Gibellula, la mayoría distribuidas en regiones tropicales y subtropicales. En las islas británicas solo se había documentado una, Gibellula aranearum.
Fotografía por Revista Fungal Systematics and Evolution (FUSE)
Los investigadores observaron que las arañas infectadas aparecían en paredes y techos de las cuevas, alejándose de su comportamiento habitual solitario. Según los expertos, el hongo las obliga a trasladarse a zonas más expuestas, facilitando así la dispersión de sus esporas y su reproducción.
Este mecanismo es similar al de Ophiocordyceps, un hongo que ataca hormigas en la selva brasileña y manipula su comportamiento.
“Su papel en la dinámica de las poblaciones de arañas merece más estudios, al igual que los metabolitos que producen y que les permiten explotar un nicho ecológico tan específico”, concluyó Evans en su investigación.