El Papa Francisco murió este lunes 21 de abril a la edad de 88 años sin volver a su tierra natal, Argentina, desde que fue elegido como el sucesor de San Pedro en 2013.
La decisión que, para mucho es un gran dolor para los fieles trasandinos, caló hondo para María Elena Bergoglio, su única hermana con vida quien nunca más pudo verlo desde el inicio de su periodo en Roma, dejándole como recuerdo un abrazo que jamás se concretó.
"Hablamos una vez por semana, nos escribimos cartas... hasta hace poco él cocinaba cuando nos veíamos. Le encantaban sus calamares rellenos y el risotto de hongos que aprendió de nuestra abuela italiana", contó María Elena en La Nación, hace más de 10 años.
No obstante, a pesar de que tenían una gran relación, la mujer nunca pudo viajar a verlo. El paso del tiempo debilitó su salud y le impidió viajar al Vaticano para reencontrarse con él, según consignó Los Andes.
Pero, más allá de la distancia, encontraron la manera de estar juntos en espíritu. Según detalló el medio, en el 2019 el artista Gustavo Massó le regaló al papa Francisco una de sus ofrendas más preciadas: una escultura de la mano de María Elena y un mensaje.
"Mirá que me gustaría estar con vos y abrazarte. Créeme que estamos abrazados. A pesar de las distancias estamos muy abrazados", decía el grabado en la escultura.
El Papa Francisco no volvió a ver a su hermana, pero hasta el último de sus días conservó su mano sobre su escritorio el Vaticano, consignó el medio.