Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, muchas personas retoman la costumbre de disfrutar una bebida caliente, reabriendo un dilema que parece no tener fin: ¿té o café? Una pregunta que ha dividido a fanáticos durante años, y cuya incógnita continúa perpetuándose en todo el mundo.
Aunque ambas bebidas son reconocidas por sus propiedades estimulantes y sus sabores distintivos, sus diferencias van mucho más allá de lo que comúnmente se imagina. En esta línea, Cristián Pastene, Tea Trainer y representante de Dilmah en LATAM, señala que la elección de una u otra depende tanto del momento como de las necesidades individuales.
“Lo primero que es importante destacar es que tanto el té como el café se han convertido en infaltables dentro de la vida cotidiana. Cada una ofrece beneficios distintos y su elección muchas veces responde a la experiencia que busca la persona en cada ocasión. Mientras que el café suele asociarse a un impulso de energía y concentración, el té hoy está siendo cada vez más valorado por su capacidad de aportar equilibrio y bienestar, gracias a su composición natural, sumado a su versatilidad”, comenta Pastene.
Diversas investigaciones han demostrado que, consumidas con moderación, ambas bebidas pueden integrarse en una dieta equilibrada y están asociadas a un menor riesgo de enfermedades como cardiopatías, diabetes y demencia, entre otras. Incluso, durante los últimos años se ha vinculado su consumo con una posible reducción en la mortalidad. Sin ir más lejos, una publicación en JAMA Internal Medicine señala que quienes beben café de manera habitual presentan un menor riesgo de muerte prematura por diversas causas, mientras que un análisis publicado en Annals of Internal Medicine en 2022 observó una asociación similar en personas que consumen té negro.
Respecto de su constitución, es importante remarcar que ambas bebidas tienen una composición química idéntica, pues la teína y la cafeína corresponden a la misma sustancia. En ese sentido, los aspectos que cambian son la concentración, la cantidad del principio activo y, en consecuencia, los efectos sobre el organismo.
No obstante, a pesar de estos puntos en común, existen diferencias sutiles entre ambas bebidas. Una de ellas es su aporte antioxidante. Tanto el café como el té ayudan a proteger al organismo frente al daño de los radicales libres, pero el té —especialmente el té blanco— se distingue por su alta concentración de antioxidantes naturales derivados de los flavonoides presentes en cada hoja.
“La pureza del té es el punto de partida para comprender sus beneficios reales. Esta pureza se logra cuando es elaborado de manera ortodoxa, exclusivamente a partir de los brotes más tiernos de Camellia Sinensis, planta utilizada para elaborar el té. Al trabajar con hojas seleccionadas y procesadas cuidadosamente, se preserva un perfil antioxidante superior, lo que se traduce en un impacto positivo sobre el bienestar, que es como trabaja Dilmah”, destaca.
Otra diferencia se da en la cantidad de cafeína que aporta cada bebida. A modo de ejemplo, una taza de té verde, oolong o negro contiene una proporción de cafeína que varía entre un 2,5% y un 4%, es decir, aproximadamente un tercio de la cantidad presente en el café. En esa línea, el especialista explica que “el 80% de la cafeína en el té permanece sin ser absorbida por el cuerpo humano”, lo que convierte al té en una opción más suave para quienes buscan un estímulo moderado o reducir los efectos secundarios de la cafeína.
En definitiva, no se trata de elegir un vencedor, sino de comprender que cada bebida aporta beneficios distintos. La elección dependerá del momento del día, de las necesidades energéticas y de las preferencias personales.
“Más que reemplazar al café, el té ofrece una alternativa complementaria para quienes buscan una experiencia multisensorial, sumado a equilibrio y salud en cada taza”, concluye el Tea Trainer y representante de Dilmah en LATAM.