El hacinamiento, los abusos e incluso la tortura son alguno de los hechos más violentos que se registran en las cárceles de nuestro país, las cuales, según cifras de gendarmería 647 organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico comandan sus fechorías desde el interior de estos recintos penitenciarios.
La vida en las cárceles chilenas se encuentra marcada por el narcotráfico y la violencia, en las cuales cientos de organizaciones criminales se encuentran trabajando en los recintos penitenciarios, ingresando elementos prohibidos y también realizando delitos desde su interior. Otro de los crímenes menos denunciados y más brutales que ocurren en estos recintos; las extorsiones.
Extorsiones
El hacinamiento y la vida precaria de presos y gendarmes, son constantes. Robos, amenazas, abusos y hasta torturas llegan con la noche y el encierro, donde las víctimas son los presos más débiles.
"Si el interno con poder adquisitivo no les compra la encomienda, no les deposita plata mensual, este interno es 'secuestrado al interior de la cárcel'. Lo amarran, le sacan fotografías, se la envían a sus familias", cuenta el cabo Sebastián Guajardo, de la oficina de Seguridad Interna del centro Penitenciario Colina 2.
Informe Especial tuvo acceso a siete registros en los que se puede apreciar la violencia con la que operan estos grupos, violentando a los presos más débiles, de los cuales uno solo se pudo mostrar de manera parcial.
De los otros seis registros que accedió el equipo, solo fue posible exhibir los audios. Corresponden a las cárceles de Colina 2 y Santiago 1, donde las víctimas aparecen semidesnudas y son golpeadas por dos a tres personas que se jactan de la agresión.
Las imágenes son registradas de noche, por lo que al día siguiente las víctimas son sacadas del módulo, haciéndose una denuncia, donde nunca se logra de dar con los responsables. El silencio es una forma de protegerse.
"En muchos casos, estas imágenes no se denuncian porque los códigos carcelarios no lo permiten. Si un interno, traficante, denuncia a un interno que sea más avezado delincuente o ladrón, el interno traficante, pone en riesgo su familia que está en libertad", señala Guajardo.
La única estadística oficial del delito de la extorsión de internos, señala que hasta agosto de este año hay 60 denuncias por estos hechos. En cuanto a lo que no se denuncia, no existe ni siquiera una estimación.
Según cuenta un interno, los sujetos "cierran la puerta, sacan el teléfono y te dicen que te saques la ropa, y empiezan a torturarte, a pegarte y grabar. Luego llaman para tu casa y envían los videos para que depositen (...) Es una tierra de nadie".
En ninguno de estos casos la familia formaliza una denuncia. Tampoco lo hace el interno. Una de las víctimas es un hombre de 19 años que se mantiene en prisión preventiva mientras que es investigado por un robo.
Este año a nivel nacional, las regiones que suman más denuncias por extorsiones en las cárceles son la Metropolitana con seis, la de Valparaíso con tres y la de Antofagasta con tres, cifras que no necesariamente se condicen con la realidad.
El ingreso de droga y celulares a los recintos penales
Para ingresar elementos prohibidos a las cárceles, existen varios métodos que son utilizados por los delincuentes, como por ejemplo el lanzamiento de estos objetos desde el exterior del recinto.
Según cuenta el alcaide del Complejo Penitenciario de Rancagua, Álvaro Millanao, por esta vía ingresan desde teléfonos celulares o droga, hasta carne o elementos para el consumo.
Por cada lanzamiento se pagan aproximadamente 20 mil pesos, técnica la cual es evidente. Mientras un vehículo deja los lanzadores, estos corren hasta el recinto penitenciario para ingresar los objetos prohibidos.
"El negocio de la venta de droga adentro de la cárcel es tremendamente lucrativo para esas personas que se instalan con ese negocio, pero también ese negocio permite generar redes hacia afuera para traer droga, incluso de otras partes de chile o del extranjero hacia nuestro país", indicó el director de la Unidad de Drogas de la Fiscalía Nacional, Luis Toledo.
A la fecha y operando dentro de las cárceles del país, Gendarmería ha detectado a 657 organizaciones criminales vinculadas al tráfico de estupefacientes. Las cárceles, para los líderes de estas bandas, son un nuevo territorio donde imponen su poder y sus reglas, una especie de centro logístico, desde donde dirigen y controlan nuevos negocios ilegales, cometiendo delitos que nos pueden afectar a todos.
En agosto de este año, la PDI desarrolló la operación Predator, la cual mantenía su centro de operaciones delictuales al interior de la Ex-Penitenciaría, donde dos internos, un colombiano y un chileno, lideraban esta banda delictual, mientras que otras siete personas desde el exterior se encargaban de conseguir, trasladar y planificar los vuelos de drones con droga hasta la cárcel
Para Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, "cuando uno ha visto las imágenes de Colina 2, donde tenemos a narcotraficantes que se creen el 'Pablo Escobar chileno', con unas celdas impecables, con refrigeradores, con televisores, es porque esa persona que está privada de libertad en Colina 2 mantiene el negocio, el sigue siendo el dueño, y tiene un gerente de operaciones fuera de la cárcel".
"O sea, las entradas de droga a las cárceles, es porque tenemos un porcentaje altísimo de población penal que es consumidora de droga y se vuelve a replicar, que hay alguien al interior de la cárcel que maneja el negocio", agrega.
La estadística de Gendarmería de Chile indica que el 82% de los internos en régimen cerrado se declara consumidor de droga, es decir 32.536 personas usan algún tipo de estupefaciente mientras está preso.
Por su parte, Christian Alveal, director nacional de Gendarmería, la droga que se comercializa al interior de los recintos penitenciarios vale siete u ocho veces más que en el exterior, por lo que "tenemos un mercado cautivo, donde claramente para algunos distribuir drogas en la cárcel pasa a ser un negocio extremadamente rentable".
Solo en el primer semestre de este año, se han incautado dentro de las cárceles en Chile más de 14 kilos de cocaína, 64 kilos de pasta base y 112 de marihuana.
Para todas estas actividades, los teléfonos celulares son la clave en la coordinación de los reclusos con los delincuentes en el exterior. La pandemia y la restricción de visitas los hizo aún más cotizados al interior de los recintos penitenciarios.
La incautación de estos aparatos bajó drásticamente a partir del año pasado y se mantiene de esa manera en lo que va del 2021, llegando a confiscar solamente 6.468 este año, mientras que en 2019 eran más de 27 mil.
Investigando en redes sociales, el equipo de Informe Especial encontró un canal de Youtube donde los mismos presos suben su contenido, generalmente transmisiones en vivo.
"Ahí hay un desafío pendiente, toda vez que la tecnología cambia, la tecnología que partió con los jammer (inhibidores de señales) generaban perjuicios a los conjuntos habitacionales aledaños a las cárceles, y por esa razón, en su minuto se recibió instrucciones desde la Subtel para evitar activarlos, porque generaba problema de comunicación que viven cercanas a las cárceles. Bueno, la tecnología de hoy día es muy distinta, y se está trabajando para allegarla lo antes posible. Con la tecnología actual no hay ninguna que tenga algún sistema incorporado", indicó Alveal.
Reinserción
Del total de los recursos entregados a Gendarmería en el año 2016, un 2,5% a penas el 2,5% se destinó a programas de reinserción. El 2020 ese porcentaje baja al 1,4% del total.
Según las cifras de la institución, la disminución de recursos para esos programas entre los años 2016 y 2020 es del 33,9%.
Para el director de Gendarmería, "lo que también se requiere es entender que el régimen que puede estar una persona y otra, debe ser discutible. Aquellos internos que nunca realmente han tenido oportunidades en la calle, no la van a tener dentro de la cárcel porque son sometidos por estos sujetos, entonces por esta razón es clave sacar a estas personas que tienen un compromiso delictual bastante alto o un riesgo de reincidencia elevado, que son refractarios al sistema. Esas personas no pueden convivir con internos primerizos o que tienen un perfil delictual muy diferente".
Por su parte, el subsecretario de Justicia, Sebastián Valenzuela indicó que "hay oportunidades laborales dentro de los establecimientos penales, hay también actividades educacionales. Hay una cuestión importante que hemos establecido con Gendarmería que es la incorporación de nuevos instrumentos de medición de riesgos de reincidencia".